A Short Hike – Pintura

Últimamente he estado pensando en los finales. Como concepto. Fue a raíz de pensar en los de las películas, porque caí en la cuenta en que muchas de mis favoritas no tenían finales especialmente destacables. Salvo alguna excepción, claro, pero en general no hay un golpe en la mesa, una acción clara o como poco sutil para poner un término a lo que ha estado tratando de transmitirse. Lo que abunda son finales funcionales, donde la historia se dedica a acabar y todo lo bueno ha pasado antes.

Entonces, hace poco caí en la pintura. El principio y el final en la pintura solo lo conoce su pintor, en principio, y no otra persona. Pero antes de eso, durante un tiempo pensaba que el “arte ideal” era la animación, ya que permitía que tu imaginación marcara el límite para cualquier tipo de idea o escenario. Más adelante pensé que quizá lo eran más los videojuegos, al introducir la interactividad dentro de la ecuación de la animación. Pero ahora es la pintura. Es un arte sin final y sin créditos finales, solo con firma si la hay. No es un arte con final, sino con finalidad, y eso para mí es lo que lo vuelve verdaderamente puro. La música se le aproxima, ya que durante un concierto se asiste a la dirección e interpretación de una obra de principio a fin en riguroso directo, bajo la batuta del director y la ejecución de los intérpretes. Todo al descubierto. Eso sí, cuenta con final, pero no con… créditos. En fin.

Comprender el punto de la finalidad es lo que otorga una dimensión mayor a cualquier otro tipo de arte. Solo por ello, pensar en que sirve para disfrutar adquiere de repente una serie atributos que no se quedan solo en el mero disfrute: hay contemplación, introspección, sensibilidad, todo ello representando una gran fuente de experiencia vital. Pero, mientras que la pintura goza de estas características naturales, otras formas de arte no estático buscan ir a alguna parte (cine, literatura, cómic, ópera…), por su condición de arte temporal. En cierto modo es el arte de las personas y está fundamentado en un artificio: ¿De qué formas pueden llegar a comportarse los seres humanos ficticios? Hay incluso cierto morbo en este aspecto, al ser capaz de imaginar a personas concretas en escenarios concretos, expuestos a condiciones más favorables o desfavorables según se considere. El videojuego me parece el punto intermedio más interesante entre lo estático y lo temporal, porque la naturaleza de sus finales es totalmente diferente a la de los demás, y la forma de comportarse de los personajes también. Y A Short Hike me lo ha recordado.

A Short Hike es puro teatro, en el mejor de los sentidos. Teatro y fábula, ya que cuenta con un reparto de animales parlantes. El juego comienza discutiendo consigo mismo: Claire, cuyo papel de fábula es representar la sensación de urgencia, expresa su inquietud por estar esperando una llamada importante de su madre. Su tía, que conoce a su madre mejor que ella y representa el relax (está sentada siempre) le anima a disfrutar de la excursión y de los parajes naturales que les rodean. La forma de resolver este conflicto es que sea obligatorio disfrutar: si Claire quiere hablar con su madre, necesitará Wi-Fi, y si quiere Wi-Fi, tendrá que llegar a la cima del Pico del Águila para recibir señal, y si quiere llegar hasta allí, tendrá que descubrir cómo.

Quizá por este ultimátum esta fábula aún cuente con explicaciones de más. Al principio no lo entendía: escondía sus mayores virtudes bajo una capa de explicaciones innecesarias, como olvidándose de que quien está observando tiene el control entre manos. Es como si de repente se convirtiera en una película en la que se le da información excesiva al espectador. Seguro que conoces alguna. Pero esto no es cine: es teatro. Todos los personajes, Claire incluida, son animales que están interpretando humanos. Hasta un extremo absurdo, ya que para lo que los animales es un entorno salvaje y natural, para los humanos es un mero camping de excursionistas con actividades. Pero Claire es diferente, es la única actriz libre e improvisadora. Cuando tiene en cuenta que es un pájaro, puede volar. Cuando piensa que es humana, puede caminar, escalar y, por supuesto, hablar. Es como si fuera un juego de plataformas, y todo lo que podía hacer se volvió tan natural y característico que finalmente acabé asociando el nombre de Claire a toda esta identidad mecánica. Por eso mismo pienso que ella no merecía ninguna explicación, sobre todo por cuánto desentona tras la conversación con su tía. “!Disfruta sobrina! Enseguida te explicarán como.”

Este es, en suma, el significado que le saco a A Short Hike. La libertad que posees en cambio puede dar lugar a momentos cuestionables e incluso algo macabros, pero su condición de fábula es el mensaje más representativo.

Os voy a ser sinceros: en parte me inquieta escribir sobre lo que acabo de escribir, porque es como si hablara de la forma correcta de jugar. Y la verdad, no sé si sobra. No sé si hablar sobre la finalidad de un videojuego o del arte mismo sobra. Pero a la vez, lo veo necesario para mí, para comprender la condición del arte cada vez mejor. Y pensar más allá y echarle imaginación es un paso que me gusta dar cuantas más veces mejor. Por eso quiero hablar de algo sobre A Short Hike que no he experimentado de primera mano, y solo de pensarlo me emociona la idea de hacerlo. Es su final. Es sobre lo fácil que me es ignorar un consejo y lo difícil que me es darle crédito. Todo porque tengo prisa.

Al final, la madre de Claire le recomienda alzar el vuelo aprovechando la Corriente Ascendente, un chorro de aire que nace de la cima del Pico del Águila, la montaña de la wi-fi, para hacer el vuelo de tu vida. Un impulso final, y nunca mejor dicho, para sobrevolar las nubes y ser testigo de ángulos del paisaje que difícilmente verías de otra forma. Con aurora boreal incluida. Una experiencia que unas fotos no le harían justicia porque lo que vale de verdad es probarlo por uno mismo. Un final en el que Claire no se cree ni pájaro ni humano, sino un pincel que traza en el aire. Y lo más fuerte es que no deja de ser una opción, pero es que es la mejor de ellas. Es acabar el final de un camino de una forma inspiradora, y no de una forma funcional, con prisas, por acabar por acabar. Fin.

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