La premisa más básica de Mob Psycho 100 es que trata de una persona con superpoderes que no usa. Es una sinopsis que, tras insistir en que no se trata de una serie absurda, no dice nada y lo dice todo. Suscita preguntas: ¿Por qué no los usa? ¿Es una serie de acción entonces? ¿No? ¿Cómo es esa persona? ¿Por qué ha decidido eso? ¿Es una decisión o una necesidad? Cuando un personaje en una historia toma decisiones cuestionables, tenemos un deseo de comprenderlo, para aprender y ver hasta qué punto es defendible o recriminable. Y no es que nos preocupemos necesariamente por ellos: es un deseo de comprensión ante algo irracional.
La premisa de Mob Psycho 100 es, desde un punto de vista práctico, cuestionable, y eso es lo que la hace tan atractiva para mi. Cuando empiezas a leer, ves que no trata solo de Mob (el apodo de Shigeo Kageyama, nuestro protagonista, y lo que da nombre al título de la serie), sino de todos los demás, personajes singulares o hasta plurales, concepto que escasea. Todos, y todas, sintonizan con Mob en cierta medida, siendo él el caso más exagerado. Al igual que él, confrontan, para bien o para mal, las consecuencias de su forma de actuar. Y esta es una serie en la que las consecuencias son más palpables que los hechos que las desatan.
Respondiendo a la pregunta que da título a esta entrada, si, ser hábil en algo puede alejarnos de la gente. De los demás. De ti. Te acerca a otras personas, pero puede que te alejes de la gente con la que creciste, los primeros a quienes diste importancia. También podrías descuidar amistades a medio forjar. En conclusión, pasar a una nueva vida teniendo poco en cuenta la anterior se convierte en una línea muy fina sobre la que caminar. Una senda que, encima, está lejos de ayudarte a madurar si es lo único que tienes enfrente.
Ya sea por miedo o por otra cosa, Mob tiene el principio de no usar sus poderes porque quiere crecer como persona. Porque esa persona-Mob esconde más cosas que el telépata-Mob. Prefiere dejar su habilidad de lado en la medida de lo posible por vivir de otra forma.
La meta de Mob es entender, pero ni él ni nadie diría alguna vez algo como «quiero ser un observador». Queda raro y poco claro expresado así. Ser observador no es una profesión, sino un rasgo. Hay quien lo tiene y hay quien lo adquiere. Mob tenía superpoderes mentales de nacimiento, pero lo que adquirió tras la determinación que decidió adoptar fue el don de la observación. Y da gusto ver como lo desarrolla, convirtiéndolo en alguien (un protagonista) proactivo. A veces es un poco inseguro, pero nadie es perfecto. Mediante esta capacidad los combates son los diálogos. Posturas contrapuestas que a veces hacen más daño que cualquier daño físico. Ideales que, al llevarlos por bandera, influyen en uno y en los demás. Y tienden a llevar más a la discusión que al diálogo. Parece un bucle. Y nadie parece querer escuchar. Ni siquiera Mob. Al menos pregunta a su «maestro» Reigen cada vez que se encuentra confuso.
Mob se autorrestringe, ¿pero hasta qué punto es necesario eso? Shinji Kamuro, del consejo estudiantil, sabotea e inculpa a un estudiante porque considera que así está aceptándose como es. Su ignorancia le impide ver las consecuencias que van directas a por él. ¿Hasta qué punto era necesario llevar esa acción a cabo? Vistas las consecuencias, ¿era necesario saltar de la sartén al cazo para salir del fango existencial en el que se hallaba? ¿O hubo siempre otra manera?
Son muchas preguntas, y todas se las ha hecho ONE, el joven autor. Se zambulle en el fango con todas ellas y las pone a luchar en un combate de bolas de barro. ¿La razón? Quiere contar algo que se sienta bien. Según cuenta en las contraportadas de los tomos, no está del todo acostumbrado a la gente. Desde luego, leyendo esta serie no parece que haya relaciones de plena confianza, ni siquiera entre miembros de una misma familia. Y hablando de los tomos, acaban siempre en el lugar indicado, marcando un punto de inflexión tras el cual los personajes van a vérselas con situaciones nuevas.
¿No suena alentador?
A decir verdad, no tengo aún todos los tomos, pero he llegado casi hasta la mitad. Me gusta pensar en lo que veo, al menos mientras tiene significado.
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